PETRÓLEO & GAS

Ratifican precios libres para los combustibles

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Es dogma liberal —eje filosófico del Gobierno de Cambiemos— establece que todo mecanismo que intervenga artificialmente para desplazar a la inquieta encrucijada entre la oferta y la demanda modificará la asignación de los recursos de forma distorsiva.

Dicen que la necesidad tiene cara de hereje y la aciaga gestión de Mauricio Macri ha impulsado al mejor equipo de los últimos 50 años a incurrir en herejía, recurriendo a una medida populista como el control de precios. Claro que aplicada con tan poca convicción y con tanto maquillaje que se la denominó “acuerdo de precios”.

Las encuestas —tan acuciantes como reveladoras— hicieron sonar la alarma entre la tripulación de Cambiemos. La base para que funcione el acuerdo es nada más ni nada menos que un “acuerdo de caballeros” celebrado entre el propio Gobierno y los decepcionados sectores de producción y comercialización de la industria alimentaria.

Las medidas se anunciaron con bombos y platillos, pero tras cartón, el presidente Macri ratificó —a través de la Secretaría de Energía— el dogma de libre mercado para la comercialización de combustibles. En paralelo y silenciosamente se anunció el aumento de combustibles, peajes, agua y se ratificaron también los ajustes tarifarios previstos para los servicio de distribución de energía.

Es preciso tener en cuenta que el desmadre inflacionario que acosa a la Argentina tiene como principal motor, justamente, los resortes que el Gobierno maneja: tasas de interés y tarifas.

Fuera de su control se encuentran los precios del dólar y del petróleo, componentes principales de los costos y responsables primarios junto con las tarifas y las tasas de interés, de la galopante inflación que acosa a la Argentina.

Es por eso que en el contexto actual resulta sumamente adverso, tanto para productores y comerciantes sostener cualquier acuerdo, habida cuenta del acentuado aumento de la cotización internacional del petróleo, y la constante devaluación del peso en relación al dólar.

Crudo internacional

El anuncio de sanciones económicas contra el eje del mal de Oriente Medio, Irán, impulsó con vigor el precio de los petróleos de referencia, justo cuando se lanzó el acuerdo de “caballeros”.

El crudo Brent, tomado como referencia internacional junto don el West Texas Intermediate (WTI), ronda los US$ 74 el barril, y un dólar ya cuesta $ 46, a pesar de tasas del 70 % y liquidaciones de divisas del Banco Central administradas por el FMI.

Aún así desde la cartera a cargo de Gustavo Lopetegui indicaron a Energía&Negocios que “no está en consideración la aplicación de ninguna herramienta (en materia de política de precios) que modifique la vigencia del libre mercado” en este rubro, de manera que “serán las empresas las que definan los precios de sus combustibles”.

La afirmación procura despejar dudas acerca de la continuidad de la política que se viene aplicando en este sector desde hace 14 meses, periódo en el cual las principales empresas refinadoras y comercializadoras aplicaron criterios similares en cuanto a los ajustes de los precios al consumidor de naftas y gasoils.

Es decir, por un lado se pactan precios del mercado interno, pero por otro lado se impulsan los costos, por lo que que todo indica que será inevitable el fracaso del “acuerdo de caballeros” aún antes de ponerse en marcha. No resulta ocioso recordar que YPF es una empresa estatal, con una relevante posición en el mercado de los combustibles líquidos por lo que podría contribuir vigorosamente a estabilizar los precios internos y la inflación de costos.

Recalculando

En sus cálculos para los ajustes periódicos confluyen, además la carga impositiva y los precios de los biocombustibles (que se revisan trimestralmente) por la incidencia porcentual que tienen en su mezcla o corte al 10% en las naftas y al 12 % en los gasoils.

En algunos de estos meses no hubo inicialmente coincidencia en los incrementos aplicados a sus productos, pero la existencia de YPF (de mayoría accionaria estatal) con muy alta participación en el mercado comparada con otras jugadoras importantes como son Shell y Axion, llevó a estas últimas a reconsiderar tales aumentos, para no perder posición. Otras varias marcas nuevas por ahora apenas mueven el amperímetro en cuanto a sus volúmenes de venta.

Un ejemplo notable de reconsideración ocurrió a principios de abril cuando YPF y Axion subieron precios en torno al 4-5 % promedio y Shell (Raízen) llegó a activar ajustes superiores al 8 %, que revisó a la baja un par de días más tarde.

Ocurre que desde el punto de vista técnico, la evolución de costos y la preservación de márgenes del comercializador el cálculo tal vez se acerque más al 8 que al 4 %, pero en las decisiones de precios está incidiendo, finalmente, la menor demanda de combustibles Premium y su reemplazo, parcial, por la nafta súper y gasoil común. La diferencia de precios entre unos y otros ronda los seis pesos por litro.

Así las cosas, es casi seguro que las operadoras del expendio de combustibles revisarán al alza los precios de sus productos en los próximos días, en porcentajes que podrían ser incluso inferiores a los que deberían aplicarse según la ecuación ya descripta.

Si así fuera, las empresas anotarán el retraso acumulado e intentarán saldarlo en los próximos meses, si es que la espiral inflacionaria cede, lo cual parece difícil para un gobierno sumergido en desaciertos, al margen de la coyuntura electoral.

Evolución de los precios

Desde abril de 2014 hasta la fecha, las naftas y el gasoil aumentaron casi un 300%.
Al cierre de esta edición, se esperaba una nueva suba de entre 5% y 10% para compensar el incremento del petróleo a nivel mundial y del tipo de cambio en Argentina.

Según la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines de la República (CECHA), —tomando en cuenta los precios de los combustibles de la petrolera YPF en la Ciudad de Buenos Aires— la nafta súper pasó de $ 10,61 por litro en abril de 2014 a $ 40,43 en abril de 2019, con un aumento de 281%.

La nafta premium tuvo un alza de 290,7% en cinco años (de $ 11,94 a $ 46,65); el gasoil común subió un 294,4% (de $ 9,62 a $ 37,94) y el premium —euro diesel— se incrementó un 299,3% (de $ 11,12 a $ 44,40).

Mientras que en el primer año de esta serie —de 2014 a 2015— hubo aumentos por debajo del 10%, ya al siguiente el salto fue de 34%; luego, se atenuó hasta 17% (de 2016 a 2017, cuando el petróleo rondó los US$ 40 por barril), y ya con la suba del crudo los incrementos de los últimos dos años promediaron 40% y 62%, respectivamente.

El salto de 300% en los precios en un período de 5 años responde, casi exclusivamente, a las variaciones en el tipo de cambio.

El 1° de abril de 2014, el petróleo Brent rondaba los US$ 107,10 por barril y el dólar estaba a $ 8,03 en el mercado oficial de cambios de la Argentina, lo que arroja un costo por barril de $ 860.

En cambio, al 1° de abril de 2019, en la semana en que las petroleras aumentaron por última vez los combustibles, el crudo que se vende a futuro en Londres cotizaba a US$ 68,61 y el dólar estaba a $ 43,70, con un costo por barril para las refinadoras de $ 2998, casi un 250% más que cinco años atrás. Esto sin el efecto de las retenciones que actúan como una baja en el mercado interno.

En cambio, el Gas Natural Comprimido (GNC), tuvo ajustes en estos últimos cinco años por 611,3%. La fuerte diferencia respecto a los líquidos se explica por la variación en el precio del gas, que tuvo fuertes actualizaciones a partir de la llegada al Gobierno de la administración Cambiemos.

Mientras en 2014 el precio del GNC era apenas el 21,5% (78,5% más barato) del de la nafta súper, ahora hay un poco más de paridad: el GNC es el 40% de la nafta, o un 60% más barato.


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