La política de libre mercado para la comercialización de combustibles fue ratificada por fuentes de la Secretaría de Energía en un contexto difícil para su sostenimiento, habida cuenta del acentuado aumento de la cotización internacional del petróleo, y una devaluación importante y constante del peso en relación al dólar.
El crudo Brent, tomado como referencia internacional, ronda los 74 dólares el barril, y un dólar ya cuesta 46 pesos, a pesar de tasas del 70 por ciento y liquidaciones de divisas del Banco Central administradas por el FMI.
Desde la cartera a cargo de Gustavo Lopetegui indicaron a Energía & Negocios que “no está en consideración la aplicación de ninguna herramienta (en materia de política de precios) que modifique la vigencia del libre mercado” en este rubro, de manera que “serán las empresas las que definan los precios de sus combustibles”.
La afirmación procura despejar dudas acerca de la continuidad de la política que se viene aplicando en este sector desde hace 14 meses, periodo en el cual las principales empresas refinadoras y comercializadoras aplicaron criterios similares en cuanto a los ajustes de los precios al consumidor de naftas y gasoils.
En sus cálculos para los ajustes periódicos confluyen además la carga impositiva y los precios de los biocombustibles (que se revisan trimestralmente) por la incidencia porcentual que tienen en su mezcla o corte al 10 por ciento en las naftas y al 12 por ciento en los gasoils.
En algunos de estos meses no hubo inicialmente coincidencia en los incrementos aplicados a sus productos, pero la existencia de YPF (de mayoría accionaria estatal) con muy alta participación en el mercado comparada con otras jugadoras importantes como son Shell y Axion, llevó a estas últimas a reconsiderar tales aumentos, para no perder posición. Otras varias marcas nuevas por ahora apenas mueven el amperímetro en cuanto a sus volúmenes de venta.
Un ejemplo notable de reconsideración ocurrió a principios de abril cuando YPF y Axion subieron precios en torno al 4-5 por ciento promedio y Shell (Raízen) llegó a activar ajustes superiores al 8 por ciento, que revisó a la baja un par de días más tarde.
Ocurre que desde el puno de vista técnico, la evolución de costos y la preservación de márgenes del comercializador el cálculo tal vez se acerque más al 8 que al 4 por ciento, pero en las decisiones de precios está incidiendo, finalmente, la menor demanda de combustibles Premium y su reemplazo, parcial, por la nafta súper y gasoil común. La diferencia de precios entre unos y otros ronda los seis pesos por litro.
Así las cosas, es casi seguro que las operadoras del expendio de combustibles revisarán al alza los precios de sus productos en los próximos días, en porcentajes que podrían ser incluso inferiores a los que deberían aplicarse según la ecuación ya descripta.
Si así fuera, las empresas anotarán el retraso acumulado e intentarán saldarlo en los próximos meses, si es que la espiral inflacionaria cede, lo cual parece difícil para un gobierno sumergido en desaciertos, al margen de la coyuntura electoral.