Opinión

Marchas y contramarchas en el mundo del petróleo

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Debido a la caída del precio del crudo, se suspendieron proyectos petroleros por 100 billones de dólares. El impacto de esa fuerte caída en la inversión de proyectos hidrocarburíferos no será inmediato y se sentirá a lo largo de los próximos dos años

 

Marchas y contramarchas en el mundo del petróleo

Por Emilio J. Cárdenas (*)

 

Lo sucedido con las fluctuaciones del precio internacional del petróleo crudo está provocando marchas y contramarchas notorias en el particular mundo energético. No podía ser de otra manera, desde que las fluctuaciones de los precios internacionales han sido realmente fuertes.

En junio del año pasado, el precio del barril de crudo estaba en el orden de los 115 dólares. Seis meses después, en enero pasado, ese mismo precio era de apenas unos 45 dólares. Hoy el precio parece haberse estabilizado en torno a unos 65 dólares el barril. No obstante, pocos están seguros de que las fluctuaciones hayan terminado. O de sus dimensiones.

La primera consecuencia de todo esto ha sido que unos 100 billones de dólares en proyectos petroleros de desarrollo han desaparecido o las inversiones a las que apuntaban están suspendidas. El impacto de esa fuerte caída en la inversión no será inmediato y se sentirá a lo largo de los próximos dos años. El desarrollo de aproximadamente el 2% de la producción mundial de petróleo crudo podría ahora demorarse esos dos años.

Entre los proyectos suspendidos hay algunos de gran importancia, como el llamado proyecto “Arrow”, consistente en la construcción de una enorme planta de gas natural líquido que había de ser emplazada en Australia. Para algunos, el efecto de estas suspensiones será el de llevar paulatinamente el precio internacional del barril de crudo a niveles en torno a los 85 dólares el barril para el 2017.

Hasta algunos de los actores más importantes del sector petrolero están repensando sus respectivos futuros en el corto y mediano plazo, incluyendo Arabia Saudita, país que se benefició enormemente durante la suba de precios. A punto tal, que pudo despojarse de su deuda externa, que equivalía al 100% de su PBI y construir reservas equivalentes al valor de tres años de importaciones. Para un país en el que el costo de producción está entre 4 y 5 dólares el barril, este es todo un tema. Tan es así, que Arabia Saudita acaba de anunciar que está examinando la posibilidad de que los combustibles fósiles dejen de usarse a mediados de este siglo, reemplazados por otras fuentes energéticas. Y por esa razón, está empezando a examinar cuál puede ser su futuro en materia de generación de energía a partir del sol y del viento. Todo un cambio para un país que hoy produce más de 10 millones de barriles diarios de petróleo crudo, pero que, pese a ello, examina otras opciones para el futuro.

Mientras todo esto ocurre, hay otros actores que parecen suponer que en algún momento los precios del petróleo crudo recuperarán los niveles perdidos. Cabe preguntarse, por ejemplo, por qué Shell se apresta a hacer su primera perforación en el Ártico, con los consiguientes altos costos. Efectivamente, después de haber recibido las autorizaciones norteamericanas del caso, una plataforma contratada por esa empresa se apresta a comenzar a realizar perforaciones costa afuera, en el noroeste de Alaska, dentro del sector Ártico, en el llamado Mar de Chukchi.

Esto supone continuar con un audaz programa cuyo desarrollo lleva ya 10 años, en el que Shell ha invertido hasta ahora unos 7 billones de dólares, antes de haber realizado ninguna perforación.

Si todo sigue su curso normal, a fines de julio próximo una plataforma estará perforando en un yacimiento denominado Burger, de cuyos resultados pende la posibilidad de explotar activamente las costas de Alaska, cuyo potencial se estima puede ser similar al del Golfo de México.

La ventana de oportunidad que existe en Alaska es corta. Los trabajos de perforación pueden realizarse aparentemente sólo durante tres meses del verano. El riesgo de derrame es particularmente grande porque las limpiezas en aguas heladas son sumamente complejas y, por ello, caras.

A todo lo que se suma que en el verano del 2012 los intentos de Shell quedaron frustrados. Un buque-plataforma, el “Noble Discoverer”, sufrió problemas en sus motores que finalmente imposibilitaron su uso. A ello se agregó que una plataforma que era arrastrada hacia la zona, cortó las cadenas que la llevaban, en alta mar, y terminó embistiendo la costa. El contratista que la operaba tuvo que pagar una multa muy significativa.

Pese a todo ello, Shell sigue adelante. Ahora utilizará una plataforma denominada “Polar Pioneer”, acostumbrada a operar en alta mar, frente a Noruega.

Shell, queda visto, sigue apostando al éxito sin que, al menos aparentemente, las fuertes fluctuaciones del precio internacional del crudo hayan podido detener el costoso programa con el que trata de materializar el demorado sueño de producir petróleo en el Ártico. Para ello invertirá ahora un billón adicional de dólares. La apuesta continúa.

Todo esto sugiere que -detrás de los hechos descriptos- hay lecturas divergentes acerca del curso esperado del precio internacional del petróleo. A mediano plazo, por lo menos.

(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.


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