Casi todas las grandes empresas petroleras incluyen ya entre sus actividades las que tienen que ver con la generación de energía a partir de recursos renovables.
Por Emilio J. Cárdenas
La británica BP –por ejemplo- invirtió aproximadamente 8 billones de libras en energía solar y en la producción de biocombustibles en los últimos años. Shell, por su parte, trabaja activamente en la generación de energía para vehículos de propulsión eléctrica.
Total, a su vez, se ha diversificado en dirección a la energía solar y a la producción de baterías de larga duración. Statoil trabaja en la generación de energía eólica. Y todos tienen, en algún lugar del capítulo de generación eléctrica, proyectos “no tradicionales”. Ocurre que la realidad está cambiando.
Varias ciudades del Reino Unido, Francia, China y México han anunciado ya planes de mediano plazo para restringir y reducir la circulación urbana de motores propulsados por combustibles fósiles y diésel. Esta situación parece estar definiendo una tendencia y, por ello, las grandes empresas energéticas no quieren quedar fuera de los cambios que se insinúan.
Por esto, sin abandonar la exploración y explotación de hidrocarburos, están desarrollando alternativas “no convencionales”. Se trata de una urgencia que no es inmediata, sino de mediano plazo. Pero nadie quiere quedar fuera de lo que el futuro pareciera requerir cuando de generar energía eléctrica se trata.
