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Para Julián Rojo, “es muy importante que el Estado tenga el control de las políticas energéticas”

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El déficit del sector energético será sin dudas uno de los principales desafíos para  el próximo gobierno. Para mejorar las cuentas, el Gobierno espera un aumento de la producción agropecuaria, sin sequía, contando que las obras previstas en materia de gasoductos (segundo tramo GNPK Salliqueló – San Jerónimo) podrían revertir la balanza energética mejorando sustancialmente a toda la macroeconomía,  alimentando el sueño de aumentar las reservas en moneda dura. Mientras tanto, las propuestas de campaña pasan de la motosierra a la dolarización sin solución de continuidad. Los subsidios, en particular a la energía,  continúan en el ojo de la tormenta y atraviesan el centro de la discusión ideológica sobre el modelo de sociedad, discusión que se profundiza a medida que se acercan los comicios electorales.

No es ocioso recordar, que según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los subsidios a los combustibles fósiles en el mundo se dispararon hasta alcanzar el récord de US$ 7 billones, (7.000.000.000.000) durante el año pasado tras la escalada de precios de la energía causada por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania mediando la detonación del gasoducto Nordstream y la recuperación de la demanda tras la pandemia.  Según el organismo, la cifra alcanza el 7,1% del producto interno bruto mundial. Se trata de un porcentaje superior al promedio que la mayoría de los países asignan a la educación (4,3% del ingreso mundial) y en torno a dos tercios de lo que destinan a la atención sanitaria (10,9%).

La segmentación tarifaria que acordó el gobierno argentino con el FMI para intentar reducir los subsidios resulta un primer paso para “ordenar” el mercado consumidor. Pero la galopante inflación (y las elecciones en ciernes) ponen un freno al avance efectivo de la mejor focalización de los subsidios.

Para aproximarnos a una mejor comprensión en materia de subsidios, que se otorga a buena parte de la población, conversamos con Julián Rojo, Economista del IAE Mosconi y miembro del IIEP-UBA, especializado en tarifas y subsidios.

Los subsidios a nivel global son altos ¿cómo estamos nosotros en la materia?

Nosotros tenemos alrededor del 2% del PBI. Es alto por el hecho de su cobertura. Esto implica que estamos pagando entre 35% y 40% del costo de la energía y con las medidas tomadas recientemente y un congelamiento eventualmente más agresivo, es posible que en unos meses estemos hablando de un poco más, 2,2% ó 2,5%, estimo en ese rango.

Lo cierto es que hay una particular rigidez en los guarismos, tenemos un 40% de hogares bajo la línea de pobreza por lo que no es posible un aumento de tarifas o la quita de subsidios sin un impacto importante. La discusión es cuánto de ese 2% es posible bajar y cuánto es el gasto fijo para atender esos sectores más vulnerables.

¿Cómo estamos en materia de pobreza energética?

Se dice que hay pobreza energética cuando el gasto en energía ocupa más del 10% de los ingresos totales del hogar.

 Esto tiene que ver fundamentalmente con la estructura energética del país. Hay países donde es mucho más primario, más costoso o con poca accesibilidad o falta de infraestructura. Esos países son muy pobres energéticamente o carecen de infraestructura adecuada. De todos modos, es un indicador más relativo que absoluto, para nada lineal. 

Bajo estos criterios, la Argentina no tiene pobreza energética o tiene muy poquito, los hogares gastan entre 4 y 6% de sus ingresos en energía.

O sea que tenemos 40% de pobres pero la pobreza energética no es significativa…

Si, pero debemos considerar que, el gasto en energía -que promediaremos en el 5% con subsidios- ascendería a 10% sin subsidios y en ese caso muchos hogares sí entrarían en “pobreza energética”. Es un indicador muy variable que depende de esta decisión de política energética que es qué parte del costo paga el Estado.

 Eso es variable entre países y gobiernos y también en el precio relativo de la energía en determinado momento.

Si tomamos como indicador la variabilidad del peso de ese indicador, la Argentina en los últimos años tuvo un aumento de la carga en el ingreso y luego una baja en la carga del ingreso que tiene que ver con la actualización de las tarifas. Con lo cual, tenemos en los ´90 una carga más o menos estable, después una baja paulatina en quince años por congelamiento de tarifas y aumento nominal del salario, una recomposición entre 2016 y 2019 y una caída que ahora se está revirtiendo un poquito. Esa variabilidad es más interesante de observar que el número absoluto en porcentaje.

¿De toda la masa de subsidios que porcentaje ocupa energía?

Algo más del 80%.

De ese porcentaje ¿cuánto va a la oferta y cuánto a la demanda?  

El único subsidio directo a la demanda es la garrafa social. El resto, tanto gas como energía eléctrica son un subsidios generalizados a la oferta. Va al mercado mayorista en general, en el caso del gas va todo a la oferta, fijado por el “Plan Gas”. En el caso de la energía eléctrica, es un subsidio a la demanda por el hecho de que el usuario no puede pagar el costo, está dispuesta a pagar un precio que la oferta no puede abastecer.

¿Podemos decir que hay subsidios “buenos” y subsidios “malos”?

Lo que podemos decir es que hay subsidios ineficientes y subsidios un poco más eficientes, nunca vamos a tener un 100% de eficiencia, el mundo ideal no existe, pero sí tenemos forma de hacer el gasto en subsidios más eficiente.

Hay una discusión amplia sobre cuál es el tipo de subsidio más eficiente. Hay quienes dicen que es mejor un cargo fijo, otros entienden que es mejor subsidiar un precio… hay muchas combinaciones.

Por eso se puede decir que hay buenas experiencias y buenas prácticas en la asignación de los subsidios y eso lo que hace es acotar la ineficiencia, las buenas prácticas son lo que la experiencia indica que hay cosas que funcionan eficientemente

Por ejemplo, la tarifa social es un diseño de asignación de recursos. Muchos países aplican fórmulas similares que han dado buenos resultados. Es un buen sistema de transferencia hablando siempre de energía.

Puede tener diversos diseños: cuánto se subsidia, si se subsidia el precio o un bloque de consumo, un bloque creciente o un bloque decreciente. Pero está claro que la idea de ayudar a los menos pudientes es positiva y  hay que focalizarse en ellos.

El problema es que hoy los que menos pueden son casi la mitad de la población. Hay una masa  importante que requiere la ayuda. Ese gasto es “rígido” y hay un porcentaje alto de la población a la que no se le puede quitar la ayuda. ¿se la puede reducir un poco? Si, es posible porque es muy poco lo que pagan, al menos como señal de precios, pero lo que no se puede hacer es dejarlos sin subsidios.

¿Podemos decir que el próximo gobierno, sea cual fuere, va a tener dificultades políticas si pretende una reducción abrupta de los subsidios?

Sin dudas. Es un tema muy complicado. Hoy el problema está en los N3. Recordemos que el régimen de segmentación de subsidios energéticos contempla tres niveles de usuarios: ingresos altos (N1), ingresos bajos (N2) e ingresos medios (N3).

Los N1 pagan el costo o algo muy cercano al costo, están identificadas las persona con mayores ingresos.  Los N2 son típicamente los beneficiarios de Tarifa Social, los jubilados, personas más vulnerables, monotributistas sociales, pero los N3 no están tan claros.

Hace poquito se publicó en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, donde dice que si ganas por encima de 200 y pico de miles de pesos formas parte del decil más rico de la población

Y la realidad es que los N3 están pagando el 17% del costo de la energía, es decir que tenemos una parte importante del decil más alto que todavía se los está subsidiando. Ahí hay una ineficiencia importante para trabajar y ese N3 debería recortarse en las puntas.

Un hogar con ingresos de novecientos mil pesos por mes (se lo coloca en el decil mas rico de la población) estaría pagando sólo el 17% de la energía eléctrica. Esto hay que  corregirlo. La segmentación del subsidio tuvo algunos logros parciales y algunas contras que son evidentes

Hace 22 años que nadie paga el 100% del precio de la energía, pero ahora hay un porcentaje cercano al 20% que paga el total del costo de la energía y donde se puso de manifiesto el verdadero costo del servicio.

Luego tenemos algunos errores de inclusión, donde no se identifica bien a un segmento y se subsidia a una parte de la población de altos ingresos. Evidentemente es costoso sumado all congelamiento que no parece muy racional. Además que los N2 y N3 paguen el promedio del 15% del costo es un problema, están muy lejos del costo total y habría que ver cómo se pueden acercar a los costos económicos mediante otro diseño.

Lo que está claro es que ningún sistema es sostenible cuando el 80% de la demanda paga el 15% del costo de la energía. Ese es el mayor trade off de los subsidios: accesibilidad y sostenibilidad del sistema, hay que lograr un mejor equilibrio.

Hay un tema que es relevante focalizar en la demanda vulnerable es una cuestión central de los subsidios que no se discute y a subsidio cero ningún país puede ir. Pero hay que hacer más eficientes la segmentación y resolver los problemas de exclusión e inclusión y hacerla un poquito más atractiva poner el foco en la eficiencia, en identificar los consumos, en la señales de precios, en definitiva asignar los recursos en forma más eficiente y eficaz.

En este esquema ¿Cómo pesan los acuerdos internacionales que la Argentina debe cumplir en materia de emisiones?

Es un punto que debe incluirse en la cuestión. El camino de la transición energética es un camino costoso, a pesar de que tenemos una matriz limpia, ya que no quemamos carbón. Pero el país asumió compromisos internacionales que implican que se deben adaptar tecnologías que no siempre son las más baratas que hay en el mercado, eso repercute en el costo, pero esto se debe tener en cuenta y contemplar mayores montos en la asignación de los subsidios para financiar el mayor costo tecnológico de esa transición.

Es un tema difícil, porque una buena planificación energética requiere del abastecimiento seguro y confiable con el mejor costo y no se contemplan  tecnologías limpias no convencionales. Si vamos a entrar de lleno en la transición hay que cuidar que la sociedad con 40% de pobres no sufra de forma marcada.

¿Se puede aplicar la motosierra?

Creo en el Estado como un movilizador del desarrollo, esto no quiere decir que sea un Estado tonto, que gasta mucho y mal. Creo en un Estado inteligente, que no necesariamente es un Estado más chico, sino que asigne mejor los recursos y con herramientas para determinar mejor las políticas, que no sea tan permeable a las presiones políticas en tiempos donde hay propuestas de motosierras y serruchos se tergiversa el sentido.

El Estado va a seguir estando presente tanto en la transición como en la asignación de los recursos vía subsidios. Yo no creo en la ausencia del Estado, tampoco creo en una presencia torpe. Si tiene que plantear lineamientos y plantear objetivos específicos de políticas energéticas y por supuesto no correr riesgos excesivos.

Hay asuntos que son propios de los privados, donde el Estado debe garantizar la libre competencia, la accesibilidad y claridad en las normativas. No creo en un Estado ausente y mucho menos en el otorgamiento de  subsidios que es una política que tiene que ver mucho con lo social, porque atraviesa a toda la sociedad y en particular en los hogares.

Es muy importante que el Estado tenga el control de las políticas energéticas, con esto no quiero decir que regale la energía, muy por el contrario, que lo haga lo suficientemente eficiente y abarcadora para garantizar el acceso de todos. Eficiente significa que la haga sostenible para que el sistema no se caiga.

Fíjese que Brasil tiene un bono eléctrico social, un descuento de la factura importante, Uruguay tiene algo similar, Chile también, con algunos atributos sociales,  comprobación previa de los medios de vida, una forma de identificar al usuario que lo requiere. Italia tiene el “bonus sociale” para personas en estado de vulnerabilidad y hogares de familia numerosa. Además Italia diferentes bonos para agua, gas y electricidad.

Reino Unido no tiene subsidios como política de estado pero si tiene ayudas temporarias, fundamentalmente cuando hace mucho frío, realiza una transferencia para el pago de la factura a los hogares identificados como vulnerables.

En la Argentina la Tarifa Social es algo más abarcativo, similar a Chile, Brasil o Uruguay y sigue esos lineamientos, dentro de las buenas prácticas.

Por eso la segmentación debe tender en algún momento a definir mejor a los beneficiarios para no caer en errores gruesos de inclusión o exclusión.

(N.D:R: En España hay un 25% para consumidores vulnerables que cumplan los requisitos establecidos. No obstante, excepcionalmente, hasta el 31 de diciembre de 2023 el descuento será del 65%. De un 40% para consumidores vulnerables severos que cumplan los requisitos establecidos. No obstante, excepcionalmente, hasta el 31 de diciembre de 2023 el descuento será del 80%.)

Pensando en una gran exportación de gas desde Vaca Muerta ¿cómo impactan los subsidios a las empresas?

En primer lugar lo que hace es cubrir los costos mediante las subastas, en el caso del gas lo que hace el Estado es garantizar la concurrencia al mercado. Si el gas no se pagase 3,5 dólares el millón de BTU(supongamos), posiblemente haya alguna dificultad en el flujo y en los stocks… no sabemos Quiere decir que si dejas a la demanda pagar lo que está dispuesta a pagar, no pagarían los 3,5 porque no puede…

No se claramente si esto tiene implicancias en la salud financiera de las empresas -supongo que sí- , ni tampoco sé si tiene implicancias en los proyectos de exportación que tienen, supongo que no, porque son cosas distintas, donde pesan más los precios internacionales, pero el hecho de subsidiar la demanda local significa un trampolín para exportar.


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