Presentamos una serie de dos artículos sobre energía renovable en Argentina. En el primero se analiza la evolución de la generación mediante fuentes renovables y el cumplimiento de la Ley que lo rige. En el siguiente se estudiará la evolución de las productividades del sector comparadas a la media internacional.
En diciembre de 2006 se promulgó la Ley 26.190 por la cual se estableció el “Régimen de fomento nacional para el uso de fuentes renovales de energía destinada a la producción de energía eléctrica”. Como se demostrará en este artículo, dicha Ley fue letra muerta. En octubre de 2015 se modifica la Ley mencionada por la Ley 27.191, la cual estaría en vías de cumplirse.
Las dos normativas mencionadas establecieron objetivos de abastecimiento de la demanda mediante la generación por parte de fuentes renovables.
Los mismos son los siguientes:
Como se puede observar, las normativas establecen umbrales puntuales y no un sendero de crecimiento de la generación, por lo tanto, y debido a que se trata de inversiones a largo plazo, crearemos un sendero de tendencia lineal con el fin de analizar si estas metas estuvieron en vías del cumplimiento de lo establecido por la Ley.
En este punto es necesario aclarar que las leyes nacionales establecen que las fuentes de energía renovables son las siguientes: energía eólica, solar térmica, solar fotovoltaica, geotérmica, mareomotriz, undimotriz (de las olas), de las corrientes marinas, biomasa, gases de vertedero, gases de plantas de depuración, biogás y biocombustibles (con excepción del utilizado en mezclas con combustibles fósiles de acuerdo a la Ley 26.093).
También debemos precisar que las presentes normativas disponen que será considerada energía renovable la proveniente de los proyectos de centrales hidroeléctricas de pequeña y mediana potencia. La Ley 26.190 establece este límite en 30 MW mientras que la Ley 27.191 lo amplía hasta cincuenta megavatios (50 MW). Por lo tanto, con el fin de homogeneizar la serie de acuerdo a las dos definiciones de energías renovables debemos reconstruir las cifras en base a la información disponible.
En diciembre de 2006, se promulgó la Ley 26.190 que establecía que para dentro de 10 años la participación de las energías renovables alcanzaría un 8% de la demanda. Al momento de la sanción, dicha participación era del 1,17%. Luego de 10 años de vigencia de la normativa, en diciembre de 2016 ese porcentaje sólo había aumentado a 1,55%. Por ese motivo decimos que dicha Ley fue letra muerta.
La nueva Ley, sancionada en septiembre de 2015 modifica la definición de las fuentes incluidas y otorga plazos más amplios. Con la sanción de la Ley 27.191 se incorpora como fuentes renovables a las centrales hidroeléctricas de entre 30 y 50 megavatios de potencia. Eso significó un incremento de 0,7% en la participación de las fuentes renovables. Bajo la nueva definición, la participación de las fuentes renovables aumentó de 2,11% a 2,22% en el decenio…
La flamante Ley estableció nuevos objetivos, menos ambiciosos, ya que otorgaba un año más de plazo para alcanzar el umbral del 8% y porque gracias a la redefinición sumaba 0,7% de participación de las fuentes renovables.
A partir de agosto de 2017, de manera sostenida y apreciable se incorporan a la generación en red nuevos equipos de generación renovable. Pese a ello se incumple el objetivo de alcanzar un 8% de la demanda para diciembre de 2017. Al momento de escribir este artículo, con datos disponibles a agosto de 2019, se está lejos de poder asegurar el cumplimiento del objetivo de abastecimiento mediante fuentes renovables del 12% para 2019. Sin embargo, por primera vez se puede destacar que en Argentina las fuentes de energía renovable, particularmente la solar y la eólica, están creciendo a tasas de dos dígitos mensuales, lo cual podría llegar a permitir que se duplique la participación hasta fin de año.
A continuación, analizaremos la energía renovable por fuentes con el fin de comprender de mejor manera la evolución de las inversiones y la producción.
Hidroeléctrica:
Al observar la evolución de la generación de las centrales hidroeléctricas de baja potencia podemos observar que la producción mostraría un crecimiento tendencial suave, con estacionalidad producto de ciclos hidráulicos muy marcados.
Sin embargo, posiblemente lo más conveniente para analizar el esfuerzo realizado en las inversiones sea estudiar la incorporación de potencia a través de los años. Lamentablemente las mayores inversiones en centrales hidroeléctricas de baja potencia se realizaron décadas atrás. En las cuatro décadas comprendidas entre 1950 y fin de 1980 se incorporó un promedio de 110 MW de potencia por década, lo cual no parece mucho, pero si se lo compara a los 22 MW que en promedio se incorporaron en las tres décadas siguientes se toma dimensión de la reducción en el impulso desarrollista.
Se podría considerar que la comparación previa es incompleta ya que excluye a las centrales hidroeléctricas de gran potencia II , que incorporamos a continuación. Analizando la evolución de las obras, podemos observar que entre 1970 y fin de 1990 se incorporaron más de 3.300 MW por década, mientras que en las décadas de 2000 y 2010 sólo se han incorporado 611 MW y 82 MW respectivamente. Por lo tanto, durante la última década la incorporación de potencia hidroeléctrica ha sido 40 veces inferior al promedio de las incorporaciones del período 1970-1999.
En resumen, la generación renovable proveniente de pequeñas centrales hidroeléctricas proviene en su gran mayoría de inversiones realizadas décadas atrás.
En 2011 las pequeñas centrales hidroeléctricas representaron el 89% de las fuentes renovables. Debido al mayor dinamismo de las demás fuentes, durante lo que va de 2019 representan el 21%.
Biocombustibles:
La evolución de la generación eléctrica mediante el uso de biocombustibles muestra una tendencia creciente, presentando un crecimiento similar al promedio de los renovables. La misma se compone de tres tipos de biocombustibles: el biodiesel que se ha usado de manera significativa, aunque en períodos puntuales en 2011 y 2012, el biogás, cuya producción comienza en 2012 y crece de manera sostenida desde 2017, y la biomasa, con un comportamiento volátil pero con un crecimiento sostenido a lo largo de todo el período. Durante 2019 los biocombustibles representaron el 8% de los renovables, cifra similar al 9% que cubrían en 2011.
Energía solar:
Hasta junio de 2018 se encontraban en funcionamiento cinco parques solares, los cuales en conjunto tenían una generación de 1 GWh. A partir de esa fecha se han puesto en funcionamiento 20 nuevos parques solares, los cuales han permitido que la generación se multiplique por 50. Una gran ventaja de la energía solar en Argentina es su correlación positiva con los picos anuales de mayor demanda: los días más calurosos de verano aproximadamente a las 15:00 horas. Durante los primeros ocho meses de 2019 la energía solar representó el 9% de los renovables, mientras que en 2011 alcanzaba el 0,1%.
Energía eólica:
Hasta noviembre de 2011 sólo había tres parques eólicos unidos al Sistema Interconectado Nacional, los cuales aportaban hasta 3 GWh por mes. El siguiente año se incorporan dos nuevos parques eólicos y la generación se incrementa en 30 GWh, durante los próximos 6 años la producción se incrementa muy lentamente hasta que a partir de mayo de 2018 se incorporan a la generación 20 nuevos parques eólicos y verifica una tasa de crecimiento de más del 800% anual. Gracias a este crecimiento durante 2019 la energía eólica hoy representa el 63% de los renovables, mientras que en 2011 sólo explicaba el 1%.
En resumen; las leyes para la promoción de las energías renovables, hasta hace pocos años, fueron totalmente ignoradas, realizándose exiguas inversiones. Gracias al impulso inversor del último período, el día 15 de septiembre a las 16:30 h se logró cubrir el 13,71% de la demanda con energía renovable, superando puntualmente el umbral de 12%. Para diciembre de 2019 es posible que no se llegue a cumplir con el objetivo de promedio de generación, pero debe mencionarse que es un sector en el que se han realizado numerosas inversiones que han permitido multiplicar la producción. También se ha demostrado la viabilidad de las tecnologías utilizadas, así como la competitividad de sus costos. Por último, podemos mencionar que existe un amplio margen para incrementar la participación de los renovables, destacándose, como se verá en el siguiente artículo, las muy altas productividades alcanzadas.
II Un punto totalmente debatible es la definición de energía renovable que figura en nuestra Ley, la cual excluye a las centrales de gran potencia, aludiendo al impacto negativo que tendrían sus embalses. Sin embargo, en Argentina existen muchos ejemplos de embalses que han tenido un efecto claramente positivo, como son los realizados en el Comahue. Los cuales al regular a los afluentes del Río Negro permitieron el desarrollo de su valle, que era periódicamente afectado por destructivas inundaciones. Otros factores altamente positivos de las grandes centrales hidroeléctricas son la previsibilidad de su generación. Además, los embalses argentinos están libres de esquistosomiasis, peligrosa enfermedad parasitaria que afecta regiones tropicales y subtropicales, cuya propagación está directamente relacionada con aguas embalsadas.
* Luis Alberto Giussani es consultor independiente especializado en economía del petróleo y gas. Email: [email protected].