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Nafta si, Gas no: la frontera invisible del autoservicio

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En CABA, Mendoza y parte del conurbano bonaerense, la escena empieza a aparecer tímidamente: un cartel que dice “autodespacho”, un cliente confundido frente a un tótem digital, un surtidor que espera sin playero.

Desde abril de 2025, el autoservicio de combustibles líquidos es legal en todo el país. No obligatorio, pero sí habilitado. La Resolución 147/2025 fue la llave de entrada para que cualquier estación pueda ofrecer surtidores de autodespacho. Es una medida más dentro del plan de “liberación económica” que impulsa el Gobierno, de la mano de la Secretaría de Energía y el Ministerio de Desregulación.

Pero no todo está permitido. Una cosa es cargar nafta. Otra muy distinta es cargar GNC. La nafta ya es autoservicio. El gas, no. Y por buenos motivos.

De la nafta al QR: la nueva estación de servicio

El sistema de autodespacho para nafta y gasoil no aparece de la nada. Desde fines del año pasado, las petroleras más grandes —YPF, Shell (Raizen), Axion— venían trabajando en modelos híbridos, con pruebas piloto y estaciones adaptadas con surtidores digitales, tótems interactivos y opciones de pago electrónico. Algunas de esas pruebas ya están en marcha, especialmente en CABA y Mendoza.

La norma permite que cada estación decida si quiere implementar el autoservicio de forma total (todas las islas), parcial (solo algunas), o alternada (según horario o contexto). Hay ciertos horarios donde el sistema tiene más sentido: noches, feriados, momentos de baja dotación de personal o de alta inseguridad.

Pero el sistema no es un vale todo. La Resolución 147/2025 exige una larga lista de condiciones técnicas y de seguridad.

Por ejemplo:

  • Toda estación debe tener personal presente durante el funcionamiento del autoservicio.

  • Tiene que haber corte automático si alguien arranca con la manguera puesta.

  • Está prohibido el uso del celular cerca del surtidor (y eso complica los pagos QR).

  • Se necesita una cabina de control con visión total de las islas o un sistema de cámaras que cubra todo.

  • El pico no puede tener traba, las mangueras deben ser cortas, y se requiere cartelería, sensores, y botones de emergencia accesibles.

    Es, en el fondo, un sistema de “libertad asistida”: podés cargar solo, pero bajo vigilancia. El operador ya no es quien despacha, sino quien supervisa desde atrás.
Aceptación social: una cuestión de plata

¿La gente quiere esto? Más o menos. Según una encuesta encargada por FECRA y realizada por MBC Mori en mayo de 2025, el 56 % de los automovilistas del AMBA considera atractiva la idea de cargar su propio combustible. Pero cuando no hay incentivos, el 50 % todavía prefiere al playero.

Ahora, si aparece un descuento del 10 % en el precio, la película cambia: el 72 % se pasa al autoservicio. Incluso con un descuento más bajo, del 3 %, crece la aceptación. En otras palabras, la autonomía gusta, pero solo si viene con rebaja.

El corte generacional es claro. Jóvenes entre 18 y 25 años: a favor. Mujeres y mayores de 40: más reticentes. La resistencia está marcada por la costumbre, por la desconfianza en lo nuevo, y también por cierto vínculo humano que se perdería. “Te ahorrás tiempo, pero también perdés al que te avisa si el tapón quedó mal puesto”, dijo una encuestada.

Y están los temores más duros: seguridad, desconocimiento, desempleo. El 35 % de los encuestados dijo no saber bien cómo se maneja un surtidor. Otro 15 % teme que sea peligroso. Y otro 15 %, que desaparezca el trabajo del playero. Todo eso pesa.

Seguridad y GNC: qué dice la ley y por qué el autoservicio no está permitido

El GNC continúa estrictamente regulado en Argentina. Y por razones fundadas: los riesgos operativos asociados a su manipulación imponen límites que hoy ninguna empresa está dispuesta a ignorar.

El uso del GNC como combustible automotor está regido por la Ley Nº 24.076, que establece en su artículo 2° que toda actividad relacionada con el transporte y distribución de gas natural —incluyendo su expendio en estaciones de carga— debe organizarse y controlarse de modo que se garantice la seguridad pública, la eficiencia técnica y económica del servicio y la protección del medio ambiente.

Bajo esta premisa ENARGAS emitió una serie de disposiciones que prohíben expresamente la modalidad de autodespacho en GNC y la carga sólo puede ser realizada por personal capacitado por la firma expendedora responsable.

No se trata de una formalidad burocrática: la norma responde a los riesgos inherentes al manejo de un combustible que se encuentra a presiones cercanas a los 200 bares, unas 200 veces la presión atmosférica. Un error en la conexión, el cierre de válvulas o la detección de una fuga puede tener consecuencias catastróficas.

El rol de la oblea: trazabilidad y control

En este contexto, el sistema de control técnico del parque vehicular juega un rol central. Cada vehículo propulsado a GNC debe contar con una oblea oficial vigente, visible en el parabrisas, que certifica que la instalación del equipo fue realizada por un taller autorizado y que los componentes —en especial el cilindro de almacenamiento— superaron los ensayos periódicos de resistencia y estanqueidad.

La oblea no es meramente administrativa: es el mecanismo que garantiza la trazabilidad técnica del sistema, tanto para la estación como para el ENARGAS. De hecho, si la oblea se encuentra vencida o ausente, el personal de la estación tiene la obligación de negar el despacho de gas, aun si el cliente lo solicita. La revisión periódica (cada cinco años) del cilindro de almacenamiento es uno de los requisitos críticos para mantener esa habilitación activa.

El sistema está diseñado para que el despacho de GNC sea una operación validada, registrada y supervisada, y no una simple transacción entre una máquina y un usuario. De ahí que el modelo de autodespacho, viable en líquidos, resulte incompatible con la complejidad técnica del gas comprimido.

¿Y en el mundo?

El GNC tiene fuerte presencia en países como Brasil, Italia, Rusia, Ucrania, India, Irán, Pakistán, China y Turquía. En casi todos ellos, la carga se realiza con asistencia técnica obligatoria. El autoservicio es muy poco común y está limitado a estaciones con altos estándares tecnológicos y sistemas de control automatizado.

Incluso en lugares con infraestructura avanzada, como Alemania o Corea del Sur, la operación sigue bajo supervisión. El margen de error es mínimo y los riesgos —explosión, fuga, incendio— son universales. Por eso, Argentina no está atrasada: está alineada con el criterio global de precaución.

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La postura gremial: “parece fácil, pero no lo es”

Los gremios no están tranquilos ni con el autodespacho de líquidos, pero en el caso del GNC son directamente inflexibles. Guillermo Borelli, del sindicato petrolero de Córdoba, fue claro: “Parece fácil, pero no lo es. Nosotros hacemos cursos de seguridad hace 78 años. Esto no se improvisa.”

Carlos Acuña, del SOESGyPE, fue más allá: calculó que más de 65.000 puestos de trabajo podrían desaparecer si el autoservicio se impone masivamente. Denunció que esto “no es un avance tecnológico”, sino una forma de aumentar la rentabilidad empresaria. Y recordó que en los años ‘90 ya se intentó algo parecido. Fracasó.

Además, los gremios remarcan que el ahorro en salario no justifica el riesgo: el sueldo de un playero representa solo el 3 % del precio del litro de combustible. ¿Vale la pena exponerse por eso?

Por Pablo Bianchi Martínez


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