Opinión

Siglo XXI, super cambalache

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Si Enrique Santos Discépolo despertara hoy, ¿que diría de este siglo XXI?

En 22 años ya fuimos testigos del ataque a las torres gemelas, de una pandemia global y ahora una guerra, aparentemente entre Rusia y Ucrania, pero que es mucho más que eso.

Quizás el Santos Discéplo de hoy, en lugar de evocar a Carnera, San Martin o a Stavisky (que curiosamente era un famoso estafador nacido en Ucrania que murió el mismo año en que el tango Cambalache fue compuesto: 1934), obtendría su inspiración para el “Cambalache del siglo XXI” en personajes como Trump, Xi Jinping, Maduro y por supuesto el mismísimo Putin.

Obviamente no voy a opinar políticamente, pero hablemos de energía y de las turbulencias por las cuales la Europa de hoy se encamina hacia un cambio (no sabemos bien cual y cuándo, pero que habrá un cambio, casi nadie duda) cuyas consecuencias seguramente llegarán hasta nuestra región.

Comencemos por decir que de los 400.000 millones de metros cúbicos de gas que la Unión Europea importaba en 2020, 152.000 millones provenían de Rusia. Es decir, casi el 40%.

El destino de ese gas puede verse en el siguiente gráfico:

No es necesario hacer un detallado anáisis para darnos cuenta de que la invasión rusa a Ucrania y el rol de los combustibles fósiles en la base estructural de la política rusa, se ha decodificado en un imperioso cambio de rumbo en las políticas energéticas de la Unión Europea.

En particular, en Alemania, del total de gas importado el 60% es de origen ruso, en Italia, representa el 40% y en el caso de Hungría, Letonia, Bulgaria o Finlandia, representa más del 80%.

En el gráfico siguiente puede verse claramente la dependencia de los países europeos del gas ruso así como las otras fuentes de suministro. Datos de 2020 en miles de millones de metros cúbicos trasnportados por cañería.

Ya en el pasado habíamos tratado el tema de las políticas europeas para la desfosilización de la matriz energética. Pues bien, estos hechos recientes no hacen mas que acelerar todo este proceso y de alguna manera ampliarlo. Es interesante analizar que hoy la Unión Europea tiene una gama mucho mas variada (comparada con crisis anteriores por ejemplo) de herramientas para desacoplarse de esa dependencia fundamentalmente debido a que las soluciones alternativas renovables o “limpias” se encuentran en un estado de madurez mucho mayor y por sobre todo, se han masificado a lo largo y ancho de muchísimos mercados.

Como condimento adicional, muchos Estados (en particular los más desarrollados) han destinado recursos adicionales a la segunda transición energética como una de las respuestas ante la crisis sanitaria desatada por causa del COVID y obviamente ante la presión de la evidencia científica de los motivos del calentamiento global.

Si vamos a las medidas concretas que se están planteando, obviamente no podemos obviar el H2 verde como la nueva vedette. Sin embargo, como ya hemos comentado en otros artículos, la entrada generalizada del H2 verde en el mercado llevará aún algún tiempo. Salvo algunos casos muy específicos basados en subsidios. Recordar que el H2 verde es más costoso que cualquier derivado de origen fósil que se quiera sustituir al día de hoy siempre que no se agreguen costos-castigo a los productos de origen fósil. Ya hemos comentado suficiente en anteriores artículos, sobre este tema, por lo que lo dejaremos de lado por un rato sin dejar de reconocer que probablemente sea la principal solución al problema.

Si embargo, hay muchas otras medidas que pueden ser aplicadas en el corto plazo y que podrían apalancar dicho desacople y que se suman al efecto “H2 verde”.

La primera (y aparentemente la más obvia) es acentuar la penetración de la generación renovable en la matriz eléctrica. Fundamentalmente la eólica y la solar deberían continuar jugando un rol fundamental, por ejemplo desplazando rápidamente el uso de gas en la generación eléctrica. Para que ello ocurra se debería acelerar radicalmente su instalación de nueva capacidad.

El programa “Fit for 55” lanzado en Julio de 2021 en la Unión Europea (que busca contraer las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 ya preparando el camino para la neutralidad en carbono hacia 2050) propone medidas para adaptar la legislación de la UE en temas tan variados como Agricultura, Transporte, Energías Renovables, Eficiencia Energética, Infraestructura para combustibles alternativos, Normativa sobre emisiones, y muchísimos temas más.

Por ejemplo, declara que es posible instalar en Europa, adicionales 158 GW de energía solar fotovoltaica al 2025. Sin embargo algunas organizaciones como Solar Power Europe redoblan la apuesta e indican que sería posible agregar bastante más: 320 GW, siempre y cuando se sorteen algunos obstáculos, especialmente en el permitting de este tipo de proyectos. La infraestructura eléctrica es también un escollo a tener en consideración, pero eso no sería el mayor problema en el caso Europeo.

Un concepto similar pero con valores algo menores pero igual de significativos aplica a la energía eólica y en menor grado a la geotérmica.

Vale mencionar que si bien la situación varía muchísimo dependiendo del país europeo que se esté analizando, en general, el acceso a la tierra donde desplegar los proyectos renovables no es algo fácil en el viejo continente. Espacio no es precisamente lo que sobra en Europa.

La regulación de ordenamiento territorial, los permisos y contratos de acceso a las tierras y las limitaciones del uso de la misma para determinados fines, hacen que los valores a pagar por el uso de la superficies destino de instalaciones de generación de energías renovables, complique muchísimo el panorama. La buena noticia es que son decisiones que los gobiernos y la propia Unión Europea podría tomar en el corto plazo. Quizás mientras yo escribo esto, ya se están tomando algunas de ellas. El conflicto Rusia – Ucrania como mencionamos al principio, ha acelerado algunas tendencias.

Otra medida que puede alinearse a este fin, es la eficiencia energética a nivel industrial. Tecnologías como bombas de calor, calderas y chillers eléctricos, se encuentran hoy en un estado de madurez avanzado y a los precios del gas actuales, sus inversiones tienen un repago relativamente rápido. Obviamente que eso requiere de nuevas capacidades técnicas en la operación y en algunos casos hasta el rediseño de las plantas industriales. Pero nada que parezca un verdadero obstáculo.

El uso de bombas de calor no solo se podría aplicar en industrias sino también para calefacción en el segmento residencial (incluyendo sistemas de calefacción centralizados en pueblos o barrios) y por supuesto, comercial.

Según la Eurpean Heat Pump Association, en 2021 se instalaron casi 2 millones de bombas de calor en Europa, para 2022 se espera un crecimiento del 25% es decir, unos 2,5 millones de bombas de calor instaladas y para el 2025 unos 7,4 millones. Esto siempre y cuando se dé el necesario apoyo de políticas públicas y no sin esfuerzo claramente.

Por último, me gustaría mencionar un elemento que es clave y podría ser un catalizador fenomenal (como ya lo es entre algunos países europeos) que es la integración energética. En particular la eléctrica, permite que se aprovechen los recursos de manera eficiente según horarios, longitudes y latitudes, etc.

Claro, ustedes dirán pero justamente Alemania acaba de suspender la aprobación final del gasoducto Nord Stream 2 de 1200 km de longitud y que va desde un sitio cercano a San Petersburgo hasta el norte de Alemania y que suponía una integración energética entre esos dos países. Esto, no hace mas que confirmar que cuanto más integrados energéticamente estén los países, menos dependencia tendrán. La pregunta no es solo: con quien integrarse? Sino cuánto integrarse? Cuanto más, mejor evidentemente.

Que consecuencias puede tener esta crisis en general y en particular en nuestra región? Sin duda que Latinoamérica no será ajena a todo esto y de alguna manera también aquí se acelerarán las transformaciones. Sin embargo, tenemos una gran ventaja: las restricciones de espacio que se tienen en Europa (consecuencia de

las cuales, las regulaciones y los procesos de aseguramiento de tierras son por demás complejas, lentas y costosas y se encuentran en plena revisión), no aplican aquí. O al menos no en la mayoría de las regiones. Tenemos un continente con recursos renovables fantásticos, mucho espacio, solo falta mejorar la infraestructura y como mencionamos antes, integrarnos. Por qué no poder aprovechar el sol del norte chileno cuando en Argentina, Brasil o Uruguay esta nublado o no hay viento y por qué no poder aprovechar el excelente recurso eólico de la Patagonia Argentina durante las noches cuando en Brasil hay sequía?

Derrotado el mito de las “renovables son caras” y el de “las renovables no pueden superar el 30% de la matriz eléctrica”, solo queda intentar que nuestros países tengan reglas de juego claras y de largo plazo, las inversiones vendrán solas.Parece entonces bastante obvio que este conflicto, que nos sorprendió el pasado 24 de febrero, está teniendo consecuencias mucho más allá del drama humano y generará cambios grandes en el tema energético. Cambios que al parecer traerán alivio al único planeta en que vivimos.

* Fernando Schaich Fundador Seg Ingenieria, Vicepresidente AHK Uruguay en HnEuD

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