Opinión

Programa Federal Quinquenal de Expansión de Obras de Infraestructura Energética, muchas palabras y poco contenido

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Por Marco Francini

En los últimos días ha circulado un documento de 186 páginas que sería el Programa Federal Quinquenal de Expansión de Obras de Infraestructura Energética, realizado por la Secretaría de Energía en junio de 2020. Sería deseable que este documento no sea más que un pre-borrador, ya que contiene numerosas inconsistencias internas y proyecciones que no se concretarán.

Señalaremos algunas de las inconsistencias en el orden que están reflejadas en el documento.

El programa plantea cierta recuperación de la economía para el año próximo, de 5,3%, un crecimiento de 2,3% en 2022 y a partir de 2023 un crecimiento de sólo el 1,7%. Este desempeño, nos daría una variación entre 2019 y 2030 del 1,1% anual, la cual es sorprendentemente baja si se tiene en cuenta la profunda crisis en la que se encuentra la economía y a que el INDEC proyecta un incremento de la población del 0,9% anual en este mismo período. En otras palabras, en estos once años analizados sólo se crecería un 0,2% per cápita, existen otras proyecciones menos pesimistas. La oferta de energía primaria está en línea con este bajo crecimiento, se proyecta un incremento del 1,2% anual desde el año 2019, la eficiencia energética y su prima hermana, la intensidad energética, lamentablemente deberán esperar otra década.

En cuanto a la oferta por fuentes primarias, en el documento figura un incremento del 33% en la generación hidráulica, incremento que no se alcanzará en los próximos 10 años, ya que las centrales en construcción, Condor Cliff y La Barrancosa, sobre el Río Santa Cruz, y la central sobre Brazo Aña Cuá en Yacyretá no llegan a incrementar la generación en un 20%. Por lo tanto, se deberían realizar en estos años otras grandes centrales de las cuales ni siquiera se menciona el nombre.

Los pronósticos son aún más difíciles de alcanzar para el sector nuclear, ya que se debería incrementar la generación anual en un 9% acumulado, incrementándose en un 159% en los 11 años analizados. Esto implica que en los 9 años y medio que restan se deberían realizar dos grandes centrales nucleares desde cero y además realizar la extensión de la vida útil de la central de Atucha I.

Para tomar real dimensión de lo que esto plantea, mencionaremos lo que se tardó en construir las centrales que actualmente están en funcionamiento. Atucha inaugurada en 1974 luego de 6 años de obras, Embalse inaugurada en 1984 luego de 10 años de obras y Atucha II inaugurada en 2014 luego de 33 años de obras. Es sorprendente también la contradicción interna del documento, ya que, en su parte, realizada por Nucleoeléctrica Argentina, sólo menciona la realización de una nueva central de gran potencia para el año 2030.

Todo lo contrario sucede cuando se mira la proyección de las fuentes renovables solar y eólica, las cuales crecerán el 14,5% anual, incrementando su participación del 0,8% al 3,1% en 2030. Estos pronósticos van en contra de todas las proyecciones internacionales y de la baja de costos que están verificando estas dos fuentes. Por otra parte, la aún baja participación de estas fuentes en Argentina y su excelente productividad permiten esperar un desempeño de mayor dinamismo, siempre y cuando se permita la inversión privada en el sector.

Por último, el programa proyecta un incremento de la participación del petróleo y derivados para los próximos 10 años. Esto es sorprendente, ya que, en el marco de la irrupción mundial de la generación renovable, las nuevas tecnologías, el alto costo relativo de los combustibles líquidos y la deseada baja en las emisiones de gases de efecto invernadero, proyectar un  incremento en la participación de los combustibles líquidos sólo puede ser explicado por no haber realizado las inversiones necesarias, o porque su crecimiento se estimó por residuo de una demanda que no se sabía cómo cubrir. Por uno u otro motivo, no parece un programa serio, como el tema requiere.

Luego menciona los tres ejes del plan:

  • Obras de transporte eléctrico
  • Expansión de gasoducto de Vaca Muerta para llegar a Brasil
  • IV Central nuclear

Nada dice el informe sobre por qué se omite la mención de las obras necesarias para el aumento de la generación hidroeléctrica, ni eólica, ni solar, ni térmica. Ni tampoco sobre la producción de gas y petróleo, que son y serán la base de nuestra matriz energética, ni más ni menos.

Respecto a la expansión del sistema de transporte de gas natural podemos empezar por los consensos más que por las diferencias. Está clarísimo que se necesita incrementar la capacidad de transporte desde la cuenca neuquina hacia la principal zona de demanda: Buenos Aires-Rosario. El gobierno anterior planteaba realizar el gasoducto en dos tramos, uno de 570 km y 36 pulgadas y el segundo de 470 km y 30 pulgadas, uniendo Tratayen-Saliqueló–San Nicolás, aprovechándose la capacidad de transporte existente no utilizada que había en el último tramo. Ahora se propone realizar el gasoducto de 980 km en 36 pulgadas desde Tratayen a San Jerónimo. En este caso habrá que afinar el lápiz para cerciorarse de cuál es la más conveniente, aunque cabe mencionar que la propuesta anterior, que es un 6% más extensa usaría casi 2% menos hierro que la nueva debido a que el tramo final es en 30 y no en 36 pulgadas.

Propuestas de ampliación de la capacidad de transporte

Respecto a las diferencias, actualmente se intenta “federalizar” el ducto y plantear la posibilidad de extender el tendido a Brasil y a Paraguay. La posibilidad de exportar a Brasil es cuestionable, el informe mismo incluye la evaluación negativa que recibió YPF sobre este mercado. Lo que simplemente carece de sentido es el mercado potencial que se menciona para Paraguay de 5 millones de metros cúbicos por día. Paraguay dispone de acceso a generación hidroeléctrica de bajo costo prácticamente ilimitada, por lo tanto, ni por su clima, ni por su limitado sector industrial, ni por su infraestructura tiene sentido estimar una demanda potencial de 5 mmm3/día.

Es imposible saber cómo será el mundo post pandemia, pero sí sabemos de grandes consensos mundiales: fuerte aumento en la participación de las fuentes renovables, tanto por la baja en los costos como por las presiones ambientales, la dificultad para mantener la seguridad de los sistemas eléctricos ante estas fuentes no gestionables, políticas para disminuir la huella de carbono, la importancia del gas como respaldo del sistema eléctrico reduciendo los costos y las emisiones de CO2, la eficiencia energética y una economía cada vez menos energéticamente intensiva. Ninguno de estos consensos está presente en el Programa Federal Quinquenal de Expansión de Obras de Infraestructura Energética, que consiste en 186 páginas de palabrerío con demasiados errores y omisiones. Está claro que es imposible predecir el futuro, pero si la planificación es desacertada nada bueno se puede esperar.


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