Medioambiente

Alemania, un ejemplo de realpolitik

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Alemania, más cerca del shale gas

Tras numerosas idas y vueltas, el Ejecutivo de Alemania envió al Parlamento un proyecto para aprobar el uso de laestimulación hidráulica (fracking) para la prospección de shale gas a partir de 2016 y, eventualmente, si en el tiempo transcurrido no se comprueba daño ambiental, la explotación comercial a partir de 2019. La noticia ha generado polémica en el país que es el motor industrial de Europa, dada la oposición de grupos ecologistas que buscaban prohibir la técnica, y la necesidad del país de disminuir su dependencia del gas ruso y de buscar fuentes alternativas al carbón y a la generación nuclear, que será dejada de lado en los próximos años.

El proyecto contempla estrictas regulaciones. Por ejemplo, la prohibición de estimular formaciones por encima de los 3000 metros de profundidad, así como otras destinadas a proteger los recursos hídricos, dependiendo de las condiciones geológicas de cada región.

Alemania ha dedicado grandes esfuerzos durante los últimos años a enriquecer su matriz energética con componentes renovables, como la generación eólica y la fotovoltaica. Sin embargo, estas fuentes representan actualmente sólo el 1,5% de su matriz energética. El 80% se cubre con combustibles fósiles, especialmente gas y petróleo (56%), aunque con un componente cada vez mayor de carbón (23%), y un 11% de generación nuclear, prohibida a partir de 2022. De hecho, el 45% de la generación eléctrica se realiza con carbón y existe un controvertido plan para construir 26 nuevas centrales de generación con carbón hasta el año del apagón nuclear.

Pero en su subsuelo, el territorio alemán podría guardar de 25 a 81 TCF de shale gas (el gas natural emite cinco veces menos dióxido de carbono a la atmósfera que el carbón), aunque nadie tiene certeza del recurso, debido al bajo nivel de exploración. Se especula que, como mínimo, podrían cubrirse las necesidades de gas para los próximos 15 años.

En la actualidad, el país importa el 70% de la energía que consume y sólo el 11% del gas que utiliza es propio.

En Alemania el fracking no es una novedad. Se ha practicado en más de 300 pozos convencionales desde hace 60 años, sin que se genere “ningún daño ambiental conocido”, según un informe de 2012 de la Oficina Estatal de Minería, Energía y Geología (Landesamt für Bergbau Energie und Geologie).


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